Katmandú es la colorida capital de Nepal, en constante ebullición y agradablemente caótica. Callejuelas estrechas y templos y santuarios ocultos esconden cientos de siglos de historia, mientras que las imponentes montañas del Himalaya están siempre vigilantes y presentes en la distancia.

A su llegada, le recogerán en el aeropuerto y le llevarán a su hotel, situado a media hora en coche. Este traslado está incluido en el precio del viaje.

Dado que las horas de llegada varían, no hemos planeado ninguna actividad específica para su primer día, el cual podrá disfrutar a su aire. Quizá le apetezca dar un paseo de diez minutos hasta el corazón de la ciudad, echar un vistazo y después probar la sabrosa cocina tradicional nepalesa. La zona céntrica de Thamel tiene una gran variedad de buenos restaurantes. Le sugerimos que elija uno con terraza en la azotea, desde donde podrá observar lo que ocurre en las calles y plazas bajo sus pies. Los dumplings nepaleses, por ejemplo, suponen una muy buena iniciación a la comida local. Aquí se llaman momos y consisten en verduras al vapor envueltas en una masa a base de harina. Quizá le apetezca probar después el dal bhat, una deliciosa sopa de lentejas servida con verduras al curry y arroz. La cocina de Katmandú es una interesante mezcla con influencias de muchas regiones y una gran fusión de sabores y colores.

En su segundo día, un guía local le acompañará en un emocionante recorrido turístico por la ciudad y el cual comenzará en la histórica plaza Durbar, donde verá templos, palacios y patios erigidos durante trescientos años de las dinastías Malla, Rana y Shah. También visitará la plaza del mercado ceremonial de Asan, así como la residencia de la diosa viviente, la Kumari Devi, venerada por hindúes y budistas por igual.

A última hora del día tenemos prevista una visita al que quizá sea el templo de Shiva más sagrado del mundo: el templo de Pashupatinath, situado a orillas del río Bagmati. Se trata también del santuario hindú más sagrado y antiguo de Nepal.

El río Bagmati es venerado porque acaba confluyendo con el sagrado Ganges y sus ghats están abarrotados de peregrinos que acuden a bañarse en sus aguas. Los ghats, los escalones que bajan hasta el agua, son también un importante lugar de cremación para plebeyos y miembros de la realeza que esparcen sus cenizas en el agua que más tarde se une al sagrado Ganges. Tenga en cuenta que puede haber cremaciones en curso durante nuestra visita, ya que tienen lugar al aire libre junto al río.

Regresaremos a la ciudad para admirar la estupa más alta de todo el valle de Katmandú, la estupa de Boudhanath, de 40 metros de altura. El enorme mandala de este maravilloso templo lo convierte en una de las estupas esféricas más grandes del mundo y, sin duda alguna, en la mayor de Nepal. Los omnipresentes ojos de Buda pintados en la aguja miran a monjes y peregrinos mientras cientos de banderas de oración ondean con la brisa.

Su chófer le llevará al aeropuerto de Katmandú para tomar el vuelo de Drukair a Paro. Si la visibilidad es buena, podrá contemplar las maravillosas montañas del Himalaya desde el avión. Estamos seguros de que esta visión le introducirá en el estado de ánimo perfecto para lo que está por venir.

El vuelo sale sobre las 9:10 a.m. y llegará a Paro a las 10.30 a.m. El coste del vuelo es de unos 285 dólares por persona.

Durante su viaje por Bután dispondrá de su propio guía y conductor, todo incluido en el precio del viaje. También se incluyen las pernoctaciones, las excursiones y las tres comidas diarias.

Una vez acabadas todas las formalidades de entrada, estará listo para empezar a descubrir lo que Bután le tiene reservado. Saldremos a la carretera para recorrer el trayecto de hora y media que separa el aeropuerto de Paro de Thimphu, capital de este reino del Himalaya.

Una vez en Thimphu, iniciaremos un recorrido de un día completo por la ciudad para visitar las principales atracciones. La primera parada del itinerario es el Tashichho Dzong, un fuerte monástico del siglo XVII también conocido como la “Fortaleza de la gloriosa religión”. Este magnífico complejo es el centro religioso de Bután y la sede del gobierno desde la década de 1960. Antes de asistir a un taller de pintura de thangkas o presenciar el proceso de fabricación de papel en una fábrica, continuaremos hacia el zoológico de Takin para ver de cerca al animal nacional del reino, una cabra gnu o takin. Si le interesa, y estamos seguros de que así será, podemos pasear por el mercado de artesanía tradicional para llevarnos a casa unos cuantos recuerdos memorables. En Bután, todos los edificios de la ciudad deben estar construidos con el diseño tradicional y decorados con símbolos religiosos y motivos budistas. También visitaremos el monumento al rey Jigme Dorji Wanhchuk, construido en estilo tibetano en honor del tercer rey de Bután. El chorten se encuentra en el corazón de la ciudad y es el centro del culto diario de la población local.

Dependiendo de la hora, terminaremos el día con un paseo por las bulliciosas calles de Thimphu, sumergiéndonos en el dinámico ambiente de esta singular capital. Tan singular que, de hecho, no hay ni un solo semáforo.

Consejo: merece la pena visitar los mercados de fin de semana de Thimphu, donde se reúnen comerciantes de toda la región para vender sus productos.

Su hotel en Thimphu está situado en el centro, por lo que podrá llegar fácilmente al enorme estadio de tiro con arco y a la calle principal.

Por la mañana, el guía y el conductor se reunirán con usted para conducir entre dos y tres horas por bonitas carreteras de curvas hasta Punakha, nuestro próximo destino.

Las carreteras de las Montañas Negras conducen por paisajes pintorescos hasta el paso de Dochula, a 3.200 m sobre el nivel del mar. Este es un precioso trayecto entre extensos arrozales en terrenos acotados y pequeñas aldeas dispersas. A medida que nos acercamos a la cima del puerto, las banderas de oración multicolores que adornan los lados de la carretera se hacen más numerosas. Si el día está despejado, esta serpenteante carretera sorprende con espectaculares vistas de la cordillera del Himalaya, así como del pico más alto de Bután. Esta es la montaña no escalada más alta del mundo, el Gangkhar Punsum, que se eleva 7.541 metros hacia el cielo.

Al descender al valle de Punakha, al otro lado del puerto, el paisaje cambia. Bosques de robles y pinos, cipreses, alisos y campos de rododendros son sustituidos por una vegetación más tropical. El clima más suave del fondo del valle permite que prosperen aquí los cactus, el bambú y los naranjos. Se trata de tierras de cultivo fértiles, alimentadas por los ríos Mochu y Phochu que atraviesan el valle.

Haremos una parada en el llamado «Monasterio del monje loco», Chimi Lhakhang. El lama Drukpa Kenley fue una figura controvertida que supuestamente logró someter a la endemoniada Dochu La. Sus enseñanzas, muy veneradas, hicieron arquear las cejas a los budistas más convencionales y tradicionales. A menudo cometía escandalosos excesos para transmitir sus mensajes. El yogui opinaba que las estrictas doctrinas de la época aislaban a los monjes de la gente corriente y pretendía superar estas rígidas barreras mediante provocaciones calculadas, utilizando, en sus propias palabras, “palabras justas y soeces a modo de mantras”.

Se alojará en un hotel de estilo tradicional a unos 5 km del centro de la ciudad. El almuerzo supondrá una especie de presentación del plato nacional del reino llamado Ema datse, una contundente sopa a base de guindillas y queso. Después de reponer fuerzas, emprendemos una caminata de ida y vuelta de dos horas hasta el Khamsum Yulley Chorten, pasando por casas y granjas. En una de las granjas nos detendremos para tomar un té de mantequilla de yak, hablar con la gente y ver cómo es la vida en una granja tradicional butanesa.

Desayunaremos en nuestro hotel y seguiremos explorando el precioso valle de Punakha. El agua de los glaciares fluye hacia el valle, haciendo que el suelo sea húmedo y fértil, condiciones idóneas para el cultivo de grandes campos de arroz. Aquí también se cultiva uno de los tipos de arroz menos comunes del planeta: el arroz rojo. Este arroz es poco frecuente, ya que solo se siembra y cosecha una vez al año. Si desea más información al respecto, su guía puede acompañarle a un campo de arroz donde el agricultor le contará más cosas sobre este laborioso proceso. Por ejemplo, aprenderá que, a medida que las plantas de arroz envejecen, necesitan menos agua y son trasladadas a terrenos más altos con menos agua.

Sin duda alguna, uno de los fuertes monásticos más grandes y llamativos del reino de Bután es el Punakhu Dzong, y hacia allí nos dirigiremos a continuación. Situado en un banco de arena entre dos ríos, fue la antigua sede del gobierno de Bután. Hoy, sin embargo, esta construcción del siglo XVII sirve de residencia de invierno para el abad principal del reino, Su Santidad el Je Khenpo, y su séquito. Aquí nos encontraremos frente a agujas doradas, numerosos patios, muros escalonados, un templo principal con tesoros en su interior y el utse, todo lo cual ha resistido inundaciones, terremotos e incendios a lo largo de su dilatada historia. Tal vez su llegada coincida con una reunión de oración y tenga la suerte de observar a los monjes sumidos en el rezo bajo la titilante luz de las velas, con el tintineo de las campanas y el redoble de los tambores que parecen envolver todo el espacio como telón de fondo.

Tras esta edificante experiencia espiritual, volveremos por el paso de Dochula hasta Paro en un viaje de cuatro horas.

Extendida a lo largo del río Paro Chhu, la ciudad de Paro goza de una gran ubicación al estar rodeada de campos dispuestos en terrenos cultivados y boscosos valles, el escenario perfecto para los numerosos y antiguos dzongs que componen los centros militares, religiosos y políticos de la región.

Pasará la noche en Paro en una cabaña tradicional de piedra, decorada con bellas tallas y los vivos colores típicos de Bután.

Dependiendo del tiempo, haremos un breve recorrido de orientación por Paro para visitar el Rimpung Dzong, punto culminante de la arquitectura butanesa.

Esta mañana contemplará una de las vistas más impresionantes del mundo al subir el sendero hasta el venerado monasterio de Taktsang, situado precariamente en un escarpado acantilado a 900 metros del fondo del valle. Popularmente conocido como el Nido del tigre, la historia cuenta que el fundador de la orden Drukpa y del budismo en Bután, Guru Rinpoche, fue transportado en un tigre volador hasta una cueva situada en este lugar. Allí pasó los siguientes meses meditando antes de fundar el famoso monasterio.

La caminata de 3 km es empinada y bastante exigente, y dependiendo de la forma física y el ritmo de cada persona, se tarda entre cuatro y cinco horas en completarla. La mayor parte del camino está formado por escalones de piedra y se camina a través de bosques de pinos y robles hasta llegar a una cresta desde la que se disfruta de unas maravillosas vistas de los alrededores y del monasterio.

Pasaremos la tarde visitando otras atracciones de esta bonita ciudad. Por ejemplo, el Paro Dzong que es una enorme fortaleza monástica con numerosos patios y templos. Sobre este dzong se alza la histórica torre de vigilancia que sirve de Museo Nacional. Aquí encontrará mucha información sobre la historia y la vida en Bután, la llamada “Tierra del dragón”. Tómese su tiempo para disfrutar de las fantásticas vistas del valle de Paro.

De regreso nos detendremos en el templo Kyichu Lhakhang, uno de los más antiguos del reino y que se cree que data del siglo VII. Este templo fue erigido por Songtsen Gampo, un rey tibetano, como parte de una serie de más de 100 templos construidos para detener a una ocro gigante que impedía la expansión del budismo en Bután y el Tíbet. Al parecer, este templo guarda el pie izquierdo de la gigantesca endemoniada.

Este será un día en el que se topará con multitudes felices, bailes de máscaras, música y otras festividades. Nos uniremos a los lugareños y a miles de personas de todo el reino para celebrar el Festival de Paro.

Nos levantamos antes del amanecer para presenciar el despliegue de la enorme pintura thangka que se exhibe en los muros del monasterio. Esto solo ocurre una vez al año, el último día del festival, y supuestamente los pecados de quienes lo presencien quedarán limpios. Se trata de una ocasión muy especial y única, que bien merece la pena el madrugón.

Cuando el festival llegue a su fin, podrá relajarse y pasar el resto del día a su aire.

Tras una semana repleta de emocionantes experiencias de todo tipo, tomará un vuelo de regreso a Katmandú, en Nepal. A su llegada a la capital, su chófer le trasladará a Chitwan.

El vuelo sale sobre las 7.10 a.m. y llegará a Katmandú a las 8.10 a.m. El coste del vuelo es de unos 270 dólares por persona.

El trayecto hasta el parque nacional dura unas cuatro horas y sigue la ruta de las montañas hacia el este. Antiguo coto de caza de la realeza, Chitwan fue declarado zona de conservación y reserva natural en 1973. Espesos bosques y selva conforman gran parte del parque, donde pasaremos las dos próximas noches. Las actividades opcionales son un paseo en carro tirado por bueyes para ver el poblado Tharu o un espectáculo de danza nocturno. Ambas actividades aumentarán su conocimiento y comprensión de la fascinante vida en las aldeas tribales.

A menudo, la naturaleza es más bella al amanecer, y el Parque de Chitwan no es una excepción. Una fina niebla repleta de misterio y secretos ocultos se desplaza por las llanuras mientras la luz del sol comienza a iluminar lentamente las aldeas. Alrededor de los cursos de agua y los ríos comienza a agitarse la vida animal y humana, mientras los elefantes de trabajo se abren paso lentamente por las aguas poco profundas, los pescadores lanzan sus sedales en canoas y un viejo transbordador cruza el río.

En la mañana de su noveno día disfrutará un safari en jeep por este parque. La reserva abarca unos 923 km² de las tierras bajas del sur de Nepal, el terai. Tanto en las llanuras como en las zonas boscosas, las oportunidades de ver fauna salvaje son excelentes y se puede esperar avistar el sambar, el rinoceronte de un cuerno de la India, ciervos chital, monos Rhesus y languor, guars, chacales, cocodrilos y mangostas. Con un poco de suerte, aparecerá alguno de los animales más raros, quizá un tigre, un leopardo, un perezoso, un gato leopardo o un bisonte indio. Este parque también es un paraíso para los observadores de aves, con más de 500 especies registradas en la zona.

Por la tarde, su guía le llevará a dar un paseo en piragua. Flotando por el río Rapti durante una relajante media hora, pasará junto a cocodrilos que toman el sol en la orilla. Después, la excursión a pie le llevará por la selva continúa a través de estrechos senderos naturales rodeados de bosque. Aunque la idea de que por aquí deambulen rinocerontes, tigres y leopardos puede asustar a la mayoría de la gente, no tiene por qué alarmarse, ya que estará acompañado por un guía muy bien informado que sabe cómo evitar el peligro y a los animales salvajes en este hábitat específico.

De regreso a su lodge, dispondrá del resto del día para relajarse y disfrutar de los sonidos de la naturaleza, o para echar un vistazo a los alrededores a su aire.

De vuelta a Katmandú tras un viaje por carretera con su experto conductor, se alojará en el mismo hotel en el que se alojó anteriormente.

Este día podrá descubrir más tesoros de la ciudad y sus alrededores a su aire. Bhaktapur es una ciudad newari que se ha conservado casi intacta. La ciudad está situada en el valle de Katmandú, hacia el extremo oriental. La ciudad de los devotos, como también se la conoce, es una urbe medieval donde el tiempo parece haberse detenido. En su época fue el centro de las prósperas rutas comerciales de la India, China y el Tíbet. El antiguo centro de la ciudad está repleto de palacios, monasterios y templos, listos para envolverle en su seductor abrazo cultural e histórico. Observe a los alfareros dando forma a trozos de arcilla en sus tradicionales ruedas, y a los joyeros y otros artesanos trabajando en este lugar declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Llévese unas cuantas gangas mientras se toma su tiempo para pasear por interesantes puestos y tiendas.

Otra opción es visitar el encantador «Templo de los monos», donde los omniscientes ojos de Buda vigilan el valle de Katmandú desde el templo de Swayambunath, situado en lo alto de una colina. Tenga cuidado con los descarados monos que viven en las antiguas murallas del templo, ya que estarán encantados de quitarle la comida, la cámara, el bolso u otros objetos personales.

Si le apetece relajarse y asimilar las maravillosas experiencias de su viaje por Bután y Nepal, diríjase a un restaurante o cafetería en una azotea de la plaza Durbar, pida un café, siéntese y disfrute del ir y venir de la gente. No olvide levantar la vista de vez en cuando para contemplar el fabuloso paisaje montañoso de las afueras de la ciudad.

Tras un último desayuno en el hotel, el viaje llegará a su fin y su chófer le llevará al aeropuerto a tiempo para coger su vuelo de regreso a casa.

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